El otro problema de la extinción de animales: alterar la dispersión de semillas y la adaptación de las plantas ante el cambio climático

Cuando los animales se detienen a comer frutas en las selvas o bosques están haciendo algo más que alimentarse. Al ingerir las frutas, es probable que también se coman unas cuantas semillas, las cuales cargarán en sus estómagos por unos días y luego liberarán en otras zonas a través del popo. Aunque se trata de un proceso aparentemente simple, lo cierto es que esta es una de las formas más eficientes que la naturaleza diseñó para dispersar semillas y, por ende, especies de plantas. 

A diferencia de los animales, las plantas no se pueden mover de sitio una vez nacen. Y según explica Alejandro Ordoñez, ecólogo de la Universidad de Aarhus en Dinamarca, hay dos razones importantes por las que sus semillas deben dispersarse. Una, comenta, es para poder colonizar nuevas áreas. “Las plantas deben rastrear condiciones que sean adecuadas para ellas a medida que cambian sus entornos, algo que es frecuente hoy en día con el cambio climático y la degradación de la tierra”. 

La segunda es para esquivar el riesgo de estar muy cerca de una planta madre. “Si todas las semillas se dispersan cerca de la planta madre, las plántulas empezarán a competir por los recursos con ella, por lo que es mejor estar lejos”, comenta. 

El problema, sin embargo, es que, con la pérdida de varias especies de animales, este proceso clave para las plantas también se está alterando. ¿Pero qué tanto? Esta fue la pregunta que quiso resolver un grupo de investigadores, entre los que está Ordoñez, y cuyos resultados fueron publicados recientemente en la revista científica Science

“Encontramos que, debido a la pérdida de especies animales, como mamíferos y aves, actualmente, alrededor del 60% de las plantas no se están dispersando lo suficientemente lejos como para poder enfrentar el cambio climático”, señala Ordoñez. “Un tema que está ocurriendo en su mayoría en regiones templadas, como Norteamérica, Europa, una parte de Sudamérica y Australia”, agrega. Pero, a futuro, dice el estudio, la situación se hará peor en zonas tropicales, como en el norte de Suramérica, África y el sudeste de Asia, donde aún hay más presencia de animales dispersores de semillas. 

Para llegar a esta conclusión el equipo recolectó los datos de 400 estudios que se han publicado sobre las redes de dispersión de semillas que existen a nivel mundial. Después, a través de modelamiento e inteligencia artificial, analizaron cómo estas redes se están viendo afectadas por algunos impactos ambientales que, al final, se cruzan, como el cambio climático y la pérdida de biodiversidad. 

Ahora, sobre la pregunta de qué cómo utilizar esta información para mejorar el panorama, Ordoñez responde de manera sencilla. No se trata simplemente de incorporar nuevas u otras especies animales a los ecosistemas para que dispersen semillas. “¿Qué especie introducirías? Si es la incorrecta, puedes causar el doble del daño”, aclara.

La clave está, en cambio, en proteger el hábitat de las especies, ya que se sabe que la fragmentación del hábitat de los animales, así como su transformación, es lo que más los tiene en amenaza. “Es algo que hay que pensar en el día a día. Si lo que comemos o compramos está teniendo un impacto, y cómo, en la gran crisis de biodiversidad”, sugiere el experto.

Nuestras Historias

En esta serie nos conectamos con organizaciones y líderes ambientales que están trabajando activamente en los desafíos ambientales relacionados con la conservación y el cambio climático. También destacamos temas relacionados con la participación política a nivel local y nacional, y recursos para posibles oportunidades profesionales en áreas de conservación, ciencias ambientales (geociencias) y la "economía limpia".

 

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